Me gusta

martes, 31 de agosto de 2010

Suspenso sin título

suspenso
- Cuídate mucho hijita y suerte- me dijo mi mamá antes de salir al carro del papá de Patricia, mi mejor amiga. Él nos llevaría a la casa de campo de Marcos, donde hoy había una fiesta.
Ella sabía que esa noche sería muy especial para mí, pues mis amigas me habían comentado que Kevin, el que me gusta, me diría para ser enamorados. Kevin era un chico alto de piel blanca, su pelo era rojizo al igual que sus mejillas, sus ojos eran color ámbar y su cara tan fina como sus manos. Para mí era el chico perfecto.
Todo trascurría tranquilamente en la fiesta en la casa de campo de Marcos. Kevin y yo bailábamos una salsa. Todo era alegría y diversión, los chicos tomaban cerveza, otros tomaban cuba libre, y otros no sé, no me importaba tampoco, sólo me importaba el momento en el que Kevin me lo diría.
Su casa era de tres pisos y tenía piscina y todo, tenía varias puertas, salas, parecía un laberinto.
-Camila, hay algo que quiero decir hace tiempo.- dijo Kevin- Vamos arriba.
Subimos, yo sudaba un poco, el subía lentamente las escaleras, y finalmente llegamos a la azotea. No había luna, estaba oscuro.
-Espérame aquí.- dijo muy amablemente y sonriendo- Voy a traer algo.
Lo vi bajar. Estaba tan feliz. En ese momento me llamó Patricia y me dijo: Oye amiga, no sabes, Kevin te tiene una sorpresota.
De pronto escuché gritos: ¡No! ¡Auxilio!
Me asomé a ver el primer piso desde arriba, habían muchas luces, la casa parecía incendiarse.
Bajé sigilosamente al segundo piso. De pronto, las luces se apagaron.
No conocía muy bien la casa, así que me puse a gatear, todo estaba en silencio.
Encontré un interruptor, pero fue inútil, ninguna luz se prendió.
Baje corriendo de miedo al primer piso. Estaba en la sala. No sé como llegué a la puerta de la calle, pero estaba cerrada. Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad. Algunos bocaditos estaban en el suelo.
Estaba llorando, busqué mi celular, pero no lo encontré. No había nadie en la sala, no había ruidos.
Corrí hacía la puerta de servicio en la cocina, también estaba cerrada. Era una oscuridad total.
De pronto escuche romperse una ventana de la sala. Salí de la cocina y entré en una habitación. De pronto noté que había un trozo de papel pegado a mi pie. Sonó un disparo que se junto con el sonido de una ventana rota. Estaba temblando. Encontré una linterna, apunte a la nota y la leí.
Cuando entren los dos hombres de negro, tienes que escapar. No intentes hacerlo por las puertas. Hay un sótano detrás de la casa, ahí hay un túnel, escapa por ahí. La llave del sótano está en el segundo piso, entra a la habitación más grande y busca en el ropero. Si no haces esto, morirás.
Estaba aterrada, ni siquiera sabía que había un sótano. Ni bien termine de leer escuché una bomba que abrió la puerta principal. Miré por un espejo y apenas vi la sombra de un hombre. Sonó otro estruendo. Habían abierta la puerta de servicio.
Escuché romperse varias cosas en la sala y en la cocina. Salí al pasadizo. Me dirigí en cuclillas a las escaleras, pero tropecé con una lámpara y caí.
Oí los pasos de los hombres dirigirse hacia mí. Me levante avispadamente y corrí hacia la escalera. Escuché un disparo y grité.
Subí las escaleras corriendo y entré al pasillo. Algo en mí me decía que algo no andaba bien. ¿Qué había pasado con mis amigos, donde estaba Kevin? Entré a la primera habitación que encontré y la cerré con seguro. Me puse a llorar. En ese momento recordé tantas cosas por en mente, que no paré de recordar hasta que…
Rompieron la puerta del cuarto. Estaban allí, los dos parados, mirándome supongo. Lloraba y mucho, pasaron como veinte segundos, estaba esperando la muerte.
De repente sentí que uno de los dos cuerpos se alejaba, el otro se empezó a acercar.
Estaba a centímetros de mí y…
-¡Camila, ya levántate hija!- gritó mi mamá- ¡Pati te llamó por teléfono! Dice que viene en una hora para irse a la casa de tu amigo Mario.
Me levanté, estaba sudando.
-¡Es Marcos, mamá!
-¡Es lo mismo, ya levántate!
9:25 p.m.
31/08
Para SYSZ

lunes, 30 de agosto de 2010

Lima en dos: de Miraflores a Breña (Tercera parte)

lima3

Noté que empezando la siguiente cuadra había dos personas sentadas en la acera. Eran jóvenes. Les calculé 18 y 14 años (o al menos por ahí, esa “noche” estaba “traumado” o al menos lo empezaba estar), se veían muy sucios, vagos, parecían estar tranquilos, como si no notasen que están en una zona peligrosa. Note que ellos eran el peligro.
Nos detuvimos junto a ellos.
-¿Qué mierda hacen a acá a esta hora, ah?-dijo el policía 2 y bajó.
Felizmente a mi no me hablaron así.
-Nada jefe, vivimos por aquí-
-A ver qué tienen allí-
El policía se acercó y los palpó ágil y agresivamente, esto me hizo recordar la forma como lo vi palpar al primer señor intervenido. ¿Se puede hacer esto? Me pronto ya no me sentía tan seguro (y eso que apenas habíamos pasado una cuadra). ¿Y si vienen más? ¿Y si están armados? Pensaba esto porque a veces la Policía es tan estúpida, en fin… Aunque esos policías parecían estar bien preparados, sus voces tenían un toque muy peruano y ligeramente callejero, algo que me hubiese hecho sentir más en confianza si no fuese por ese temor que llevaba dentro.
-Váyanse de aquí-
“Estaban limpios”, por decirlo así. Yo estaba allí, asustado, pero ahora iríamos a mi casa, a 3 cuadras de allí. Pensé entonces que esos chicos pudieron haber estado consumiendo drogas, pero no solo ellos sino también el primer señor. Mi corazón latía fuerte y rápido y mis manos empezaban a sudar…
Al fin, a mi casa…
No era así exactamente. Tan jodida es la zona que acabando la esa cuadra, al frente, habían dos bultos allí, sentados, despreocupados (¡cómo si la zona no fuera peligrosa y yo sentado de miedo!), sus descripciones eran parecidas a los intervenidos hace menos de un minuto, uno era menor que el otro.
Tamare, primero llévenme a mi casa, por favor.
-Oe, ¿y ustedes qué hacen ahí?-dijo el policía 2 alzando la voz e imponiendo absoluta autoridad.
-Ya nos vamos, vivimos por aquí no más-dijo el mayor.
Esto me parecía una obra de teatro, donde yo era el espectador (que observa los actos “heroicos” de dos policías ante la delincuencia juvenil), pues las dos escenas se veían tan parecidas e incluso me incluyo pues, seguía asustado. Como ha de ser de costumbre para ellos, el policía bajo y los revisó. Yo no conozco exactamente las leyes peruanas (aunque lo mismo da porque nunca se respetan), pero me parecía justo e injusto a la vez que los trataran como sospechosos de algo, quizá por sus apariencias p oco amigables. Justo, porque en realidad si parecían delincuentes y además la zona estaba solitaria y era Breña, también quizá por la “costumbre” (algo que imagino) de encontrar delincuentes, borrachos o coqueros a esa hora en el distrito de Breña. E injusto simplemente por el hecho de que literalmente no habían hecho nada.
-Mira esta huevada- dijo y se la alcanzo al policía dentro de la camioneta.

sábado, 28 de agosto de 2010

Lima en dos: de Miraflores a Breña (Segunda parte)

lima2
Tenía que caminar un promedio de 4 a 5 cuadras de proporciones algo grandes hasta llegar al Jr. Zorritos (que es paralela a la Av. Colonial, pues el condominio tenía entrada en ambos lados).
Lo primero que vi, fue toda una escena. Un “pata” estaba siendo intervenido por un policía y a su costado había una camioneta Toyota Hilux (obviamente de la PNP). Yo asumí que era un ladrón, cosa que no importaba en ese momento ya que, fuese lo que fuese, estaba siendo intervenido por un policía. El estar allí parado, en Breña, y sobre todo a esa hora, ya te provoca una sensación de terror, miedo y angustia. Me imagino ahora qué hubiera pasado si no hubiera estado allí la Policía.
La escena ocurría justo por donde debía pasar. La zona se veía terrible, pasé la camioneta y había otro policía dentro, miré las cuadras por las que debía caminar y… ni cagando paso por allí. Prácticamente, deber de la Policía es protegerme, así que no lo dude en lo más mínimo. Volví y me dirigí hacia la camioneta.
-Disculpe oficial-dije con una voz infantil y miedosa a la vez, como si fuera un niño perdido-, me da miedo ir por acá, no sé si me podrían llevar unas cuadras más allá, en Zorritos, acá no más a unas cuadras.
-Mira, ahorita estamos en una intervención-dijo, parecía que esto era para él una cosa de todos los días-, pero anda no más, yo te chequeo desde aquí.
Recuerdo haberle dicho “ya, gracias”, pero lo menos que quería era seguir caminando por la Av. Tingo María. Así que volví a caminar (muy lentamente, pensando que en algún momento el policía me llevaría a mi casa) en dirección a mi casa. Me di cuenta que en las siguientes dos cuadras el policía fácilmente me perdería de vista, ya que al terminar esta cuadra, la siguiente se tornaba un poco hacia la izquierda.
Terminé la cuadra, cruce y segundos después de empezar la otra escuché que la camioneta se acercaba. Por favor para, por favor para.
-¡Oye, sube!-
-Gracias.-dije todo emocionado.
Ahora me sentía protegido, estaba en una camioneta de la Policía con dos policías que me llevarían a mi casa. Me senté en la parte trasera, recuerdo que había una bolsa negra cuando subí. Los dos policías estaban adelante y parecían estar atentos a algo, pero también se les notaba muy tranquilos.
-¿Qué haces por acá a estas horas?- dijo el policía piloto.
-Vengo de estar con unos…
-Mira allí, allí huevón- me interrumpió el policía copiloto (digamos policía 2).
-Ya, ya-
¿Qué pasa?

sábado, 21 de agosto de 2010

Lima en dos: de Miraflores a Breña (Primera parte)



Ahora que regresé a vivir a Lima este año, que es realidad es como si fuera la primera vez, porque no recuerdo mucho esos 3 primeros años de mi vaga vida, me pregunto: ¿Por qué Lima es tan linda y fea a la vez?
¿Lima es Larcomar? ¿Lima es el Marriott? Sí, pero también es el caos del centro de Lima (es en serio, yo vivo por ahí no jodan), los cerros de San Juan de Lurigancho (más que los cerros, las personas pobres que viven allí) y el temor de pasar por distritos como La Victoria o Breña (que está a unos pasos de mi casa).
Hace poco más de un mes fui con 4 amigos a Larcomar, estuvimos hasta la 1 a.m. y luego nos fuimos a caminar por Miraflores. Había buena cantidad de personas, sobre todo en el Parque Kennedy (muchos extranjeros a los cuales me hubiera gustado entender lo que decían). Gente que se veía feliz, como si al día siguiente fueran a divertirse de la misma manera y al siguiente, y al siguiente también. Las calles limpias, las personas educadas, restaurantes iluminados formaban un bello panorama, que sinceramente daba gusto ver. Todos caminaban tranquilamente.
Eran las 2:00 a.m. y mi mami me reventaba el celular. ¿Ya vienes? ¿Dónde estás? Si mamá. Ya voy. Oye brother, me quito. ¿Te quitas? Sí huevón.
Ahora que recuerdo fue un viernes, un día después de mi cumpleaños.
Cogí un bus que iba toda la Av. Arequipa y me dejaba entre Paseo Colón y la Av. Garcilaso de la Vega (Ex Av. Wilson, no sé porque mierda les cambian los nombres).
Llegué. Eran aproximadamente las 2:30 a.m. (llegué rápido, pues no había tráfico). Estaba en el Cercado de Lima. En Paseo Colón pasaban 2 rutas diferentes de buses que me dejaban entre la Av. Tingo María y la Av. Oscar R. Benavides (Ex Av. Colonial), donde queda el condominio donde vivo.
Ahora que justo estoy escribiendo esto, me doy cuenta que solo pasaban las rutas que venían desde Chosica: la que llegaba hasta la Plaza Dos de Mayo (donde pude haberme ido, ya que luego me bajaba y tomaba un combi hasta el condominio, pero estaba seguro que a esa hora no habría ninguna combi, y lo que sí podría haber eran drogadictos, rateros, homosexuales o travestis) y las que se iban por la Av. Arica y que luego entraban a la Av. Venezuela (y llegan hasta la Av. Faucett, me parece).
Me daba miedo estar allí parado, totalmente solo, había una familia a unos metros que me daban algo de tranquilidad. Ese día me di cuenta de lo tacaño que soy. Tenía dinero en el bolsillo, unos quince soles, aproximadamente. Un taxi me cobraría unos seis o siete soles, pero calculando unos diez soles, por lo tarde que era (allí en el Cercado de Lima, pues en Miraflores no lo parecía).
Vi el reloj, eran las tres. Llevaba media hora parado como cojudo esperando un bus de mierda que nunca iba pasar. Me harté, ni siquiera había policías o los inútiles del serenazgo. Subí al bus que iba por la Av. Venezuela, me dejaría en la Av. Tingo María y solo tenía que caminar unas 4 cuadras (grandes).
Bajo en Tingo María (el cobrador me miró raro). Tingo María, Tingo María bajan.
De pronto, ya no estaba envuelto en la cierta tranquilidad que me brindaba estar dentro del bus (que era una coaster en realidad). Estaba en Breña.
...

jueves, 12 de agosto de 2010

¡Beso, no agarre!


… y cuando la iba abrazar, de repente sentí como sus labios rozaban los míos. Una sensación a la cual había sido ajena hasta ese momento…



“no me babeaste,¡ah!”

“pensé que iba a ser peor”


“besas bien”

“al fin huevón”


“pucha amigo, felicidades”

“¿en serio?”

“¡Qué lindo!”

“ya era hora.”

“¿Cómo fue?”

“Bien, ¡ah!”

“¡Por fin!”
(Esto fue hace 15 segundos más o menos.)



Es raro que escriba al mediodía. Lo que hace la necesidad.



Bajaba la escalera junto con ella, me sentía feliz, pero también muy nervioso, no sé por qué.
Estábamos en el primer piso, me agarró y me besó…




Los gatos la cagan, ¿sabías?




“perdón, la culpa la tiene el gato”
“es que les tengo fobia”




Un esperado abrazo terminó siendo un inesperado, pero deseado beso.

Una historia con muchos personajes: Una chica, un chico, un perro, un gato hijo de puta, la señora Rosa y muchos amigos.

Gracias.


12:40 pm
12/08