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sábado, 15 de setiembre de 2012

Paradero 50, el tren está llegando


Apenas llegaste hace cuatro de horas, unos minutos antes te había llamado sin éxito alguno… varias veces. No tenías batería, pensé que es algo que sólo me podría pasar a mi o a Stephanie, bueno, sobre todo a Stephanie. También me dijiste que habías olvidado el cargador en el trabajo, no me sorprende, yo también olvido cosas como tender mi cama. Luego aparecí en tu dormitorio, mágicamente, así como la lluvia aparece y desaparece en esta ciudad. Hacías tus cosas como siempre, no sabía qué, pero te movías, Mariafé y yo estábamos quietos, bueno ella estaba durmiendo en realidad. Me paré frente a tu tocador (él que tiene espejo, sabes que siempre me confundo la cómoda con el tocador, ya ni sé cuál es) y me miré y luego a un anillo, y luego busqué más, y los encontré, y luego me los iba probando con el mismo éxito cuando te llame. Encontré uno que me llamo la atención, y sí, era el de tu matrimonio, tu triste matrimonio, el más claro ejemplo que todo lo que mal empieza, mal termina… una de tus célebres frases. Matrimonio que terminará en unos meses… legalmente hablando, en lo otro… pues ya años. No te sientas mal, no tienes la culpa, no tendrías de qué, es más deberías alegrarte… tu largo nombre se encogerá, pero no sólo por eso. Cogí el anillo y fácilmente lo reconocí, vi por dentro una fecha y unas iniciales que me hiciste recordar, iniciales que siempre olvido que tengo, mientras que las tuyas están resaltadas y en negrita. Me recordaste que ya habías nacido, por lo tanto el abrazo y el beso habían sido oportunos. Jugué con tu cara estirándola y arrugándola, haciéndote ver de 40 y 60, respectivamente. Me dijiste que querías fundir el anillo para hacernos unas cadenas a mí y a la dormida Mariafé. Me contaste por enésima vez que el señor de las iniciales había vendido su anillo, también que los anillos habían sido un regalo del Papi Juan cosa que ignoraba en absoluto, también te pregunté cuanto valían aproximadamente y pensé cómo unas rueditas pueden valer tanto. De la nada ya tenías pijama puesto y de la misma manera regresé a mi base. Ahora estás en la sala echada en esa camilla que te relaja y masajea tu espalda, mientras yo estoy escribiendo cuando debería dormir cumpliendo el “hasta mañana” que te dije.

Los días pasan y pasan, y siempre la misma rutina, nada nuevo, uno que otro cuando tengo examen o cuando juega Perú. Los días pasan y pasan, y todos son especiales para alguien, por ejemplo hace exactamente una semana… nació un bebe, un varoncito que pesaba menos de 3 kilos, no sé cómo se llama, ni me interesa aunque espero que esté bien, otro fue hace 2 días… una chica cumplió 15 años, dentro de un mes alguien cumplirá 12, 28, 32 o 48 años… quien sabe, para nosotros será un día cualquiera, pero hoy 15 de septiembre de 2012 es especial y aunque no tenga nada para darte más que este humilde texto madrugador sólo te puedo decir que medio siglo o un decalustro o cinco décadas o cincuenta años no es cosa de todos los días, tampoco te digo que nos vayamos pues a un restaurante carísimo, es más prefiero que cocines (esto si es que lo estás leyendo antes de la hora del almuerzo o sino lo pasamos para mañana) o gastes desmesuradamente el dinero (cosa que sé que no harás) o simplemente locuras… de las irresponsables.

Y ya que ahora todos sabes que cumple 50 años, yo te quiero agradecer (que es algo imposible de concretar) porque mira… llevas 19 años, 3 meses y 5 días cuidándome, preocupándote por mí, corrigiéndome, amándome, y miles de cosas más que llenaría todo esto, y yo que siempre te hago renegar, reír, que te digo que estas vieja y tú te ríes porque sabes que te ves más joven, excepto esas 3 o 4 veces que no se, habrás estado muy cansada que otras personas pensaron que eras la abuela de Mariafé. Hemos pasado innumerables momentos amargos, felices, muchos… y los seguiremos pasando seguramente, y seguramente más de los felices, algún día me independizaré (día que se acerca más y más, qué miedo) pero siempre necesitaré de ti, y aunque me cueste decírtelo y seguramente lo he hecho, pues eres la mamá perfecta, y pues yo no soy el hijo perfecto pero siento que cada día me perfecciono y entiendo más y más cosas. A veces te veo y me doy cuenta de toditas las cosas que haces y me pregunto por qué, por qué las haces, pudiste haber hecho lo mismo que el señor de las iniciales y abandonarme por más feo que suene, él lo ha hecho y me da coraje más por mi hermana, pero en fin, eres el padre que nunca tuve, por Dios y aunque tú me hayas dicho que ese lugar no lo puedes ocupar, parece que el tuyo es tan grande que no se siente.

Mami, ahora que vas a tener esa libertad que no tenías hace más de veinte años, que este día sea de reflexión, ahora que me confías más cosas y me alegra mucho, sabes que los dos, tu hijos, queremos que seas feliz, jamás te lo vamos a negar, abre ese espacio que tú también lo tienes vacío, llénalo, de repente también llenas el de nosotros quien sabe. Lo que quiero decir es que no te presiones, ilusiónate pero no tanto, tampoco dejes que el trabajo te estrese, yo sé que tu trabajo ahora es asesino, pero no te dejes envolver y si necesitas alguien que haga algo ahí estoy yo. Como tú dices, las cosas pasan por algo y que Dios tiene un plan para nosotros, muy bueno por cierto. Hay muchas aventuras en esta vida, tú sabes, esos caminos raros por los que uno se mete, pero en lo que uno es feliz de la manera menos esperada y obviamente tenemos miedo, pero para eso está Dios. Tú siempre haces cosas por mí o por mi hermana, pero ya es tiempo que pienses en ti, al menos un poquito, porque esa emoción de que alguien está ahí creo que no lo había visto. No te presiones por nosotros, seguiremos viviendo nuestras vidas normal, así como los días pasan y pasan, es genial. Y esto no es por esa persona, es por la persona con la que juntos se harán felices hasta que, si Dios lo permite (y no soy yo el único que lo cree), la muerte los separe.
Mi mami y sus amores.

Nunca terminaré de agradecerte, eres todo para mí y Mariafé, me has dado muchas cosas, las más lindas es tu amor, tu paciencia y por supuesto mi hermana. Siempre pido que cuando te tengas que ir, no lo hagas sin despedirte.

Gracias por hacerme volver a escribir y, bueno, tú eres la única persona que me hace escribir con el corazón.

¡Feliz cumpleaños mamá, te amo!

5.22 a.m.