Apenas llegaste hace cuatro de horas, unos minutos antes te
había llamado sin éxito alguno… varias veces. No tenías batería, pensé que es
algo que sólo me podría pasar a mi o a Stephanie, bueno, sobre todo a
Stephanie. También me dijiste que habías olvidado el cargador en el trabajo, no
me sorprende, yo también olvido cosas como tender mi cama. Luego aparecí en tu dormitorio,
mágicamente, así como la lluvia aparece y desaparece en esta ciudad. Hacías tus
cosas como siempre, no sabía qué, pero te movías, Mariafé y yo estábamos
quietos, bueno ella estaba durmiendo en realidad. Me paré frente a tu tocador
(él que tiene espejo, sabes que siempre me confundo la cómoda con el tocador,
ya ni sé cuál es) y me miré y luego a un anillo, y luego busqué más, y los encontré,
y luego me los iba probando con el mismo éxito cuando te llame. Encontré uno
que me llamo la atención, y sí, era el de tu matrimonio, tu triste matrimonio,
el más claro ejemplo que todo lo que mal empieza, mal termina… una de tus célebres
frases. Matrimonio que terminará en unos meses… legalmente hablando, en lo
otro… pues ya años. No te sientas mal, no tienes la culpa, no tendrías de qué,
es más deberías alegrarte… tu largo nombre se encogerá, pero no sólo por eso.
Cogí el anillo y fácilmente lo reconocí, vi por dentro una fecha y unas
iniciales que me hiciste recordar, iniciales que siempre olvido que tengo,
mientras que las tuyas están resaltadas y en negrita. Me recordaste que ya
habías nacido, por lo tanto el abrazo y el beso habían sido oportunos. Jugué
con tu cara estirándola y arrugándola, haciéndote ver de 40 y 60,
respectivamente. Me dijiste que querías fundir el anillo para hacernos unas
cadenas a mí y a la dormida Mariafé. Me contaste por enésima vez que el señor
de las iniciales había vendido su anillo, también que los anillos habían sido
un regalo del Papi Juan cosa que ignoraba en absoluto, también te pregunté
cuanto valían aproximadamente y pensé cómo unas rueditas pueden valer tanto. De
la nada ya tenías pijama puesto y de la misma manera regresé a mi base. Ahora
estás en la sala echada en esa camilla que te relaja y masajea tu espalda,
mientras yo estoy escribiendo cuando debería dormir cumpliendo el “hasta
mañana” que te dije.
Los días pasan y pasan, y siempre la misma rutina, nada
nuevo, uno que otro cuando tengo examen o cuando juega Perú. Los días pasan y
pasan, y todos son especiales para alguien, por ejemplo hace exactamente una
semana… nació un bebe, un varoncito que pesaba menos de 3 kilos, no sé cómo se
llama, ni me interesa aunque espero que esté bien, otro fue hace 2 días… una
chica cumplió 15 años, dentro de un mes alguien cumplirá 12, 28, 32 o 48 años…
quien sabe, para nosotros será un día cualquiera, pero hoy 15 de septiembre de
2012 es especial y aunque no tenga nada para darte más que este humilde texto
madrugador sólo te puedo decir que medio siglo o un decalustro o cinco décadas
o cincuenta años no es cosa de todos los días, tampoco te digo que nos vayamos
pues a un restaurante carísimo, es más prefiero que cocines (esto si es que lo
estás leyendo antes de la hora del almuerzo o sino lo pasamos para mañana) o gastes
desmesuradamente el dinero (cosa que sé que no harás) o simplemente locuras… de
las irresponsables.
Y ya que ahora todos sabes que cumple 50 años, yo te quiero agradecer
(que es algo imposible de concretar) porque mira… llevas 19 años, 3 meses y 5
días cuidándome, preocupándote por mí, corrigiéndome, amándome, y miles de
cosas más que llenaría todo esto, y yo que siempre te hago renegar, reír, que
te digo que estas vieja y tú te ríes porque sabes que te ves más joven, excepto
esas 3 o 4 veces que no se, habrás estado muy cansada que otras personas
pensaron que eras la abuela de Mariafé. Hemos pasado innumerables momentos
amargos, felices, muchos… y los seguiremos pasando seguramente, y seguramente
más de los felices, algún día me independizaré (día que se acerca más y más,
qué miedo) pero siempre necesitaré de ti, y aunque me cueste decírtelo y seguramente
lo he hecho, pues eres la mamá perfecta, y pues yo no soy el hijo perfecto pero
siento que cada día me perfecciono y entiendo más y más cosas. A veces te veo y
me doy cuenta de toditas las cosas que haces y me pregunto por qué, por qué las
haces, pudiste haber hecho lo mismo que el señor de las iniciales y abandonarme
por más feo que suene, él lo ha hecho y me da coraje más por mi hermana, pero
en fin, eres el padre que nunca tuve, por Dios y aunque tú me hayas dicho que
ese lugar no lo puedes ocupar, parece que el tuyo es tan grande que no se
siente.
Mami, ahora que vas a tener esa libertad que no tenías hace
más de veinte años, que este día sea de reflexión, ahora que me confías más
cosas y me alegra mucho, sabes que los dos, tu hijos, queremos que seas feliz,
jamás te lo vamos a negar, abre ese espacio que tú también lo tienes vacío,
llénalo, de repente también llenas el de nosotros quien sabe. Lo que quiero
decir es que no te presiones, ilusiónate pero no tanto, tampoco dejes que el
trabajo te estrese, yo sé que tu trabajo ahora es asesino, pero no te dejes envolver
y si necesitas alguien que haga algo ahí estoy yo. Como tú dices, las cosas
pasan por algo y que Dios tiene un plan para nosotros, muy bueno por cierto.
Hay muchas aventuras en esta vida, tú sabes, esos caminos raros por los que uno
se mete, pero en lo que uno es feliz de la manera menos esperada y obviamente
tenemos miedo, pero para eso está Dios. Tú siempre haces cosas por mí o por mi
hermana, pero ya es tiempo que pienses en ti, al menos un poquito, porque esa
emoción de que alguien está ahí creo que no lo había visto. No te presiones por
nosotros, seguiremos viviendo nuestras vidas normal, así como los días pasan y
pasan, es genial. Y esto no es por esa persona, es por la persona con la que
juntos se harán felices hasta que, si Dios lo permite (y no soy yo el único que
lo cree), la muerte los separe.
Mi mami y sus amores. |
Nunca terminaré de agradecerte, eres todo para mí y Mariafé,
me has dado muchas cosas, las más lindas es tu amor, tu paciencia y por
supuesto mi hermana. Siempre pido que cuando te tengas que ir, no lo hagas sin
despedirte.
Gracias por hacerme volver a escribir y, bueno, tú eres la
única persona que me hace escribir con el corazón.
¡Feliz cumpleaños mamá, te amo!
5.22 a.m.