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lunes, 6 de mayo de 2013

Soledad


71 días. Ni uno más ni uno menos. No sé si vino conmigo. Tal vez me esperó aquí. No la sentí la primera vez que vine. Tampoco la vi. Aunque en realidad nunca le he visto. Últimamente se hace sentir. Como el viento. Como el frío en la mañana. Como el miedo en la gente. Como el hambre. Como la sed. Parecía tan linda, tan divertida, tan genial, tan ella. Esperanzadora. Parecía, repito.

Vive conmigo. Pocas veces la siento salir. A veces lo hace. Creo que odiar seguirme. Algunas veces lo hace por joder. Es celosa. Si me ve con alguien, se va enojada. Cuando llego al final del día, siento su presencia descomunal. Que desborda. Que entristece. Que jode. Aparece de regreso a casa. Odia que me ponga audífonos. Pensará que no la escucho, que no ando pendiente de ella, que no me importa. No me importa. Hacemos varías cosas juntos. En un día normal se levanta a mi lado. Me ve cambiándome. Estoy apurado, déjame, le digo. Me voy. A veces aparece en la hora del almuerzo. Luego camina conmigo. Se va ante presencias extrañas. Extrañas para ella. Regresa para decirme lo mal que me veo. Cuando voy más lejos tomamos el bus. Se sienta a mi lado. Me pongo audífonos. Siento que me mira, que me habla. Seguro me reclama. Luego bajo. Y baja conmigo. Camino. Y camina conmigo. Llego. Y se va. Salgo. Y ya regresó. Puedo salir 1, 3, 5 horas tarde, pero ahí me espera, afuera. Es fiel. Mucho. Yo no. Soy infiel. Ingrato. Indigno. No la merezco. Pero ella insiste. Aprendí que no me dejará. No por ahora. Pero yo la hago feliz. Ella no.

Mi relación es difícil. Me mintió. Creía que era agradable. Pero es desagradable, totalmente, al menos para mí. A algunos les gusta, hasta a mí, hace meses. Pero cada vez menos. Antes solía buscarla, siempre la encontraba, siempre estaba para mí. Me gustaba andar con ella. Ahora está obsesionada. No me deja. Piensa que me hace bien, que me hace feliz. Pero no. Prefiero andar con otras personas. Prefiero huir. Así como siempre huyo. No la enfrento. No la encaro. Ni mucho menos trato de estar bien, estar feliz con ella. Me hiere. Está en su naturaleza. Es así. Por eso prefiero huir. Pero no puedo huir. Pero la odio tanto que odio hasta el hecho de tener que soportar su presencia indeseada. Ahora quieres que me vaya, me dice. Sí, déjame. No, ahora te aguantas, me refuta. Me prometió libertad y felicidad. Tengo libertad. Sonrío, mas no significa estar feliz. Siento que me alegó de las personas que amo.

Pero necesito aprender a vivir con ella, pero necesito dejar de sentirla. Ella seguirá acá. Pero aprenderé a dejarla de sentir. A olvidarme cómo es. A buscarme dentro de mí. Así desistirá a fastidiarme, espero. Recordaré la bellas personas que conozco, que recientemente conocí y las que estoy conociendo. Mi corazón se llenará, tal vez y así podré dejar de sentirla. Sólo las veces que la necesite, ella estará. Porque quizá no sea mala, tal vez Soledad sea tan solo una oportunidad de encontrarme conmigo mismo y hasta con Él.

4.51 am

06/05 

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