La última vez que lloré fue en septiembre, me miraba al espejo, mis ojos mojados y rojos, mi cara con un rojo intenso, me mordía los labios para evitar expulsar sonido alguno, respiraba rápido, me jalaba el cabello, caía lágrima por lágrima, se mojaban las fotos de mi familia.
Me llegué a acostumbrar que llorar estaba bien porque te limpiaban los ojos o llegué a creer que me veía bien al llorar y al ver al espejo esos ojos llenos de lágrimas, creo que solía llorar mucho a solas, sólo lo quiero creer, no lo quiero afirmar, aunque sea verdad. ¿Los motivos? No lo sé, quiero creer que no los sé, quiero creer que fui feliz y jamás lloré.
Les mentiría si les digo que lloro ahora, no lo hago, pero quiero hacerlo. Llorar me hace razonar en cierta forma, me hace ver que soy algo más maduro, me hace ver que puedo cambiar, que puedo ser mejor... Llorar también me hace recordar lo que pasó, imaginar lo que puedo ser, imaginar cómo sería algo perfecto. Me gusta llorar a solas, no estoy seguro si me gusta que me vean, me gusta que las lágrimas rocen mis mejillas, me gusta escuchar cómo lloro, me gusta ver mis ojos rojos y pensar que los estoy limpiando solamente, me gusta eso. Cuando lloro me suelo acordar de cosas feas, de cosas que me hicieron llorar otras veces.
Es raro, lo sé, quizá tanto lloré que me gustó. Lo que sí detesto es ver llorar a otras personas y yo no poder hacerlo también, puede ser que quiera compartir su dolor y no puedo, o puede ser que envidie su llanto.
Llorar no tiene que ser malo, llorar está bien, a mi me gusta por ejemplo, y ahora quiero hacerlo, primero porque me siento triste y segundo porque llorar me hace razonar y entrar en razón.
Cuando lloran frente a mí, no sé qué hacer, no sé cómo calmar, cuando lloro no me trato de calmar, trato de llorar todo lo que pueda, por eso creo que se me acabaron las lágrimas, por eso de aquí que me acueste trataré de llorar. Pensar en la cosas que hago mal y en las que decepcioné a terceros, segundos y primeros, o sea a mí, son cosas que podrían causar mi llanto.
Dos meses sin llorar, eso hubiese sido un record hace dos o tres años…
A llorar… (ya me había acostumbrado)
12:16 a.m.
05/11
Una entrada que jamás iba a ser publicada.
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